He tenido muchos oficios, pero ninguno dejo tantas cosas que
contar como los restaurantes.
La gente ve normalmente a los restaurantes como un lugar
relajante, al cual van a comer la comida que les gustaría poder cocinar pero
les da demasiada pereza preparar.
Mientras los clientes disfrutan, dentro de la cocina es un
campo de batalla. Todos contra el enemigo, el comensal.
Uno tiene que convivir por horas con un grupo de personas en
un espacio pequeño trabajando por tiempos a altas temperaturas. Pocos entenderán
realmente lo que eso significa.
Cabe mencionar que cada persona es una situación diferente,
no sabes que problemas tiene o si usa drogas fuertes.
Mayormente los empleados suelen ser personas humildes, y una
vez que trabajas en un restaurante, y logras sobrellevarlo, se vuelve un oficio
recurrente.
Por tercera vez trabajaba en un restaurante, ya había olvidado
lo que era ir a la guerra.
Me costó trabajo adaptarme pero con los días se volvió llevadero.
Sin embargo, esa vez era diferente, nunca había trabajado en
una cocina tan grande y con tantas
personas al mismo tiempo, era una experiencia nueva para mi.
Lo que más me dejo que contar fueron esos compañeros y todas
esas experiencias, esas que parecería increíble que sucedieran en una cocina.
El restaurante se llamaba “Remadero”, era de una familia
asalariada, era el cuarto restaurante que abrían. Había escuchado historias de
que el restaurante anterior había cerrado por estar relacionado con la mafia.
No lo creía, pero tampoco podía descartarlo viviendo en un país tan violento.
El señor Roberto era el dueño y el chef del lugar, pero sus
hijos lo administraban. Su esposa solo supervisaba a todos. Su hijo Leonardo
era el verdadero jefe. Su hija Isabela estaba en recepción y ayudaba con la contaduría.
Leonardo tenía cerca de los 30, unos pocos años más que yo,
y su hija tenía 24 aunque se veía mayor.
Me parecían un tanto gansteriles, pero daban más la impresión
de ser buena gente, al menos con los clientes…
Parecía que el señor Roberto había mimado mucho a su
familia, volviendo a sus hijos unos Juniors.
El parecía ser una buena persona con una familia un tanto
desagradable, pero el era feliz y tenia una buena vida, porque molestarse por
familiares patanes? Si todos tenemos patanes en la familia.
Luego conocí a Ricardo, el “Richi”, el hijo menor del señor
Roberto. El más consentido.
Él era el mal.
Él era el mal.
Después de unos días reconocí a Ricardo, un muchacho de 22
años con un alto historial delictivo.
Un año atrás Ricardo se vio envuelto en un escándalo en el
cual se le relaciono con el homicidio de una prostituta, la cual decían las
malas lenguas que Ricardo la mato porque se negó a llevar acabo un acto sexual
un tanto extraño y la prostitua lo hizo ver como un “enfermo”.
Ricardo humillado la asfixio con una almohada.
La noticia fue sofocada en los medios por que el señor
Roberto pago una gran suma de dinero a los medios locales para no traerle mala reputación
a sus Restaurantes.
Pero ya era demasiado tarde, todos sabían lo que había hecho
Ricardo y lo que puede hacer el dinero en México. Así fue como evadió una condena de al menos 30
años.
Literalmente pago por su libertad. Porque para que quieres
tener dinero si no puedes gastarlo estando en prisión?
Ricardo tenía una economía diferente al del resto de su
familia por los ingresos que tenía por parte del lavadero de dinero que hacía. Sin
mencionar otros de sus negocios con sus “socios”
Puro lindo personaje, nunca supe sus nombres pero los vi un
par de veces, se podía ver que habían perdido el camino hace mucho.
No obstante a la situación en la que estaba relacionada el
restaurante , yo estaba satisfecho con ese trabajo.
Mis compañeros eran todos unos cliches, personajes de películas
independientes, esterotipos bien marcados.
Edgardo y Daniel pasaban los 30 y siempre hablaban sobre
anime, eran gentiles.
Había dos señoras, no recuerdo sus nombres, eran demasiado
mal habladas y les gustaba hablar públicamente de sus vidas sexuales.
No era grato, ya se encontraban en edad avanzada y se podía notar que tuvieron muchos hijos.
No era grato, ya se encontraban en edad avanzada y se podía notar que tuvieron muchos hijos.
También estaba Julio que era casi
de mi edad y daba la casualidad que su mejor amigo era un compañero de la
universidad. Me llevaba bien con el por qué al inicio me ayudo cuanto pudo para
que aprendiera a hacer las cosas.
Estaba Renata que llegaba casi a
los 30, una mujer de complexión delgada y pequeña estatura, me parecía que
venia del sur del país.
También trabajaba con un puño de
meseros, todos iguales, nunca me aprendí sus nombres.
También estaba el señor Pedro, el
hijo de puta del señor Pedro.
No tarde muchos días para
identificarlo. Era un señor de más de 50, tenía un par de semanas más que yo en
el trabajo, era de esas personas que trataban de quedar bien y siempre andaba
de lamehuevos.
Notaba como trataba de hacerme
ver como un mal empleado queriendo ayudarme en todo insinuando que no lo hacía
bien, también me percate como me decía como hacer las cosas de tal manera que
las hiciera mal sin darme cuenta.
Si de algo estaba seguro era de que yo no era tan pendejo como el Señor pedro, el “Compa”.
Si de algo estaba seguro era de que yo no era tan pendejo como el Señor pedro, el “Compa”.
A mí me enseñaron a respetar a
mis mayores, pero no me dijeron que había hijos de puta de todas las edades.
Conforme los días pasaban mi odio por el señor Pedro se volvía
más grande.
Un día pensé en degollarlo mientras el lavaba los platos,
pero luego recordé que yo no tenía dinero para evadir la cárcel, y que aparte
necesitaba el trabajo, además ya había lidiado con gente pedante en trabajos
previos, solo era cuestión de hacer el trabajo y ya, al llegar a casa podría pensar
en mil maneras de matarlo y dormir agusto.
Después de unos meses pude comprobar mis sospechas sobre el
Restaurante y como es que Ricardo lo usaba para lavar dinero.
Una noche me atrase con la limpieza y solo quedamos Pedro y
yo.
Mientras limpiaba escuche un frenon en el callejón al que
daba la cocina del restaurante.
Era Richi, venia
demasiado alterado.
Nos pidió al señor Pedro y a mí que le ayudáramos a bajar
algo del carro.
En la cajuela había un tipo ensangrentado que apenas podía respirar.
Richi regreso con un cuchillo y le tiro varias puñaladas al
torso cara y cuello.
Nunca había visto que mataran a alguien, pero no me impacto
tanto como creía que lo haría, a decir verdad el tipo parecía ser un pendejo
que seguramente también estaba involucrado en los mismos negocios turbios.
Bajamos al tipo del carro y lo pusimos sobre una mesa en la
cocina.
No tenía ganas de trabajar horas extra ese día, y menos de
cortar 120 kilos de carne de un pobre cabrón.
Ricardo estaba paranoico, y le parecía que había que hacer
algo más con el cuerpo para que nadie nunca lo encontrara, fue ahí cuando se
puso exótico y nos pidió que cocináramos el cuerpo para después alimentar a los
perros que rondaban en el callejón.
El señor Pedro se veía un tanto trastornado con lo que hacíamos,
yo solo quería llegar a casa a terminarme una botella de ron y dormirme.
Eran casi las tres cuando terminamos. Ricardo dijo que podíamos
irnos, el se quedaría a ver a los perros
comer para asegurarse que se comieran todo. Pero antes nos advirtió que
seriamos comida para los perros si hablábamos al respecto.
El señor Pedro y yo caminamos a donde pasan los taxis, poco
antes de llegar, Pedro vomito en un arbusto, me seguí caminando y me alcanzo en
una banca.
Pedro se veía nervioso, y me dijo que quizás debíamos denunciar
a Ricardo a la policía.
Le comente que no tenía caso y que al menos yo no pretendía ser
comida para perro.
Paso mi taxi y fui a casa.
Al día siguiente el señor Pedro estuvo insoportable y cada
que podía hablaba sobre la noche anterior.
Incluso me amenazo en denunciarme como cómplice.
Me pidió que lo recapacitara y que habláramos con un primo
de él que era abogado.
Pero después que me amenazo estaba seguro que no sería
participe de nada que me relacionara con él.
Nadie me amenaza.
Nadie.
Ese día me volví a atrasar y fui
el último en salir, en el callejón estaba Richi fumando y bebiendo, me ofreció
una cerveza y la acepte, se puso a
hablar conmigo como si no hubiera pasado nada la noche anterior, inclusive me enseño unas
fotos de unas prostitutas con las que había hecho un trio, antes apenas sabia
mi nombre y ahora me invitaba cerveza.
Después de unas cervezas decidí
retirarme. Entonces pensé que mañana trabajaría otra vez con el señor Pedro y tendría
que aguantar sus cosas.
Me detuve y regrese a decirle a
Ricardo lo que el señor Pedro pretendía hacer y cómo joderia todo. Ricardo se
exalto y empezó a maldecir a Pedro y a decir como siempre supo que era un hijo
de puta y que nunca le agrado, pero concluyo en que cocinarlo era muy tardado así
que simplemente lo tiraría a las afueras de la ciudad, así como hizo con la
prostituta.
Nadie va a extrañar a Pedro
Nadie va a extrañar a esa puta.